
Las asonadas en Huila y Meta, instigadas por disidencias de las FARC, evidencian una grave violación al DIH mediante la instrumentalización de la población civil para obstruir a la Fuerza Pública. El Gobierno ha respondido con recompensas y denuncias por crímenes de guerra, mientras organismos de derechos humanos piden protección para las comunidades coaccionadas, que enfrentan riesgos de desplazamiento y estigmatización.