
La decisión unánime de la Corte Constitucional de prohibir las corridas de toros, corralejas, peleas de gallos y el coleo consolida un cambio jurídico y cultural en Colombia. Al establecer un período de transición de tres años, el fallo busca un equilibrio entre la protección animal y la reconversión de las economías locales que dependían de estas tradiciones, marcando un precedente sobre la prevalencia del bienestar animal sobre las prácticas culturales que implican maltrato.