
La filtración del video de Ladera y Beéle provocó un debate público sobre la privacidad y la violencia digital. Mientras la modelo anunció acciones legales y se pronunció sobre el impacto emocional, el caso ha servido para visibilizar las graves consecuencias legales y sociales de difundir contenido íntimo sin consentimiento, catalogado como un delito y una forma de agresión, no como mero entretenimiento.