
La primera sentencia de la JEP contra la cúpula de las Farc impone ocho años de sanciones restaurativas, no de cárcel, por más de 21.000 secuestros, cumpliendo un punto clave del Acuerdo de Paz. No obstante, la decisión ha sido duramente criticada por víctimas emblemáticas que la consideran una forma de impunidad, evidenciando la tensión entre la justicia restaurativa y la demanda de castigos punitivos por crímenes de lesa humanidad.