
Las primeras sentencias de la JEP representan un paso fundamental en la aplicación de la justicia transicional, pero evidencian una profunda brecha entre el modelo de justicia restaurativa y las expectativas de las víctimas. El éxito de estas medidas dependerá de la financiación estatal y de su capacidad para generar una reparación simbólica que sea percibida como legítima por una sociedad marcada por décadas de conflicto.