
El Gobierno ha reducido su ambición de recaudo en la nueva reforma tributaria a $16,3 billones, enfocándose en impuestos al consumo, patrimonio y juegos de azar, mientras elimina propuestas polémicas como el IVA a los combustibles.
Sin embargo, la iniciativa enfrenta un panorama legislativo incierto debido a la fuerte oposición política y la falta de consensos.









