
Las incursiones aéreas rusas son vistas como una provocación deliberada para medir la respuesta de la OTAN.
La Alianza ha reaccionado con firmeza, condenando las acciones, realizando intercepciones y reafirmando su compromiso con el Artículo 5, mientras refuerza su presencia militar en el flanco oriental para disuadir futuras agresiones.