
La rápida restauración del servicio en la Línea A del Metro demostró la capacidad técnica y de respuesta de la ciudad ante una emergencia de infraestructura crítica. No obstante, la contingencia también subrayó la vulnerabilidad de la red y el alto costo humano del esfuerzo, evidenciado por la muerte de un contratista debido a un acto de imprudencia ajeno a la obra.










