
La trágica muerte de un niño de cuatro años en Medellín a manos de su padrastro, un hombre con un extenso historial delictivo, ha expuesto la grave realidad de la violencia intrafamiliar. La rápida captura del sospechoso y la condena unánime de las autoridades subrayan la urgencia de abordar este flagelo, mientras las estadísticas revelan un patrón alarmante de violencia contra menores que demanda soluciones estructurales más allá de la respuesta a casos individuales.