
La propuesta es una hoja de ruta ambiciosa que busca una solución definitiva al conflicto, pero su implementación depende enteramente de la aceptación de Hamás. El plan delinea un futuro para Gaza bajo una estricta supervisión internacional, liderada por figuras occidentales, y con garantías de seguridad que favorecen a Israel, dejando en el aire la viabilidad de una soberanía palestina plena.