
La conversión del Día sin carro y sin moto en una jornada voluntaria en Ibagué refleja un equilibrio entre los objetivos ambientales y las presiones del sector comercial. Aunque la medida fomenta una cultura ciudadana de movilidad sostenible, genera dudas sobre su efectividad real para reducir la contaminación en comparación con una jornada de carácter obligatorio.