
La aprobación de la fase cinco del acueducto complementario representa un avance significativo para la seguridad hídrica de Ibagué, pero la gestión del IBAL enfrenta serios cuestionamientos por parte del Concejo Municipal. La controversia se centra en la lentitud de los proyectos, la falta de transparencia en los contratos y la capacidad real de la empresa para satisfacer la creciente demanda de agua en la ciudad.





