
El prolongado cierre del Gobierno durante la administración Trump trascendió el ámbito político para convertirse en una crisis operativa tangible, cuyo efecto más visible fue el colapso parcial del sistema de transporte aéreo. La cancelación de miles de vuelos y el estrés sobre el personal de aviación demostraron la fragilidad de los servicios públicos esenciales ante el estancamiento político, impactando directamente la vida de los ciudadanos y la economía del país.










