
La liberación provisional de Álvaro Uribe Vélez, ordenada por el Tribunal Superior de Bogotá, marca un punto de inflexión en su proceso judicial y revitaliza su papel como figura central de la oposición. La decisión fue celebrada por sus seguidores como un acto de justicia y criticada por sus opositores como una muestra de las presiones sobre el sistema, intensificando la polarización política nacional.











