
El ataque en Amalfi, que cobró la vida de 13 policías y dos caninos, evidencia una escalada en las tácticas de los grupos armados, utilizando tecnología como drones o campos minados. La tragedia ha generado una fuerte respuesta institucional, incluyendo recompensas millonarias y el acuartelamiento de tropas, mientras pone de relieve las complejas condiciones de seguridad en las zonas de erradicación de cultivos ilícitos y las demoras en las operaciones de rescate.