
La muerte de Mauricio Cendales Parra a manos de una turba evidencia una grave crisis de intolerancia y el auge de la justicia por mano propia en Bogotá. Aunque su conducción temeraria y su historial son innegables, la respuesta colectiva y brutal que resultó en su muerte constituye un delito grave que refleja una fractura en el orden social y la confianza en las instituciones.








