
El masivo bombardeo ruso sobre Kiev el 28 de agosto resultó en numerosas víctimas civiles y significativos daños a la infraestructura, incluida la delegación de la UE. El ataque, que involucró una mezcla de drones y misiles avanzados, provocó una fuerte condena internacional y fue interpretado por Ucrania como un rechazo de Rusia a la vía diplomática en favor del terror militar.