
La descertificación de Estados Unidos, a pesar de la exención de sanciones, marca un punto de quiebre en la relación bilateral, evidenciando profundos desacuerdos en la estrategia antidrogas. Mientras el Gobierno colombiano defiende su soberanía y sus resultados en interdicción, la oposición y sectores económicos temen por la reputación y la estabilidad económica del país, colocando la histórica alianza en una encrucijada crítica.










