
El despliegue naval de Estados Unidos en el Caribe constituye una escalada en la estrategia de presión de la administración Trump contra Nicolás Maduro. Aunque se enmarca en una lucha antinarcóticos, la magnitud de la operación y la retórica de Washington sugieren un objetivo más amplio de desestabilización, generando una fuerte respuesta de Venezuela y dividiendo las posturas en la región.









