
El plan de paz de Trump para Gaza representa una audaz pero controvertida intervención diplomática, que combina incentivos para la reconstrucción con duras condiciones para Hamás. El ultimátum y la amenaza de una escalada militar sin precedentes colocaron una enorme presión sobre el grupo islamista, cuya respuesta parcial dejó en vilo el futuro inmediato de la región, mientras la comunidad internacional observaba atentamente el posible desenlace del conflicto.










