
La severa caída de Bitcoin ha puesto a prueba la confianza de los inversores, borrando las ganancias del año y activando indicadores técnicos bajistas. Mientras los inversores minoristas venden presas del pánico, algunas figuras institucionales y analistas lo consideran una oportunidad de compra a largo plazo, creando una fuerte divergencia en la percepción del mercado.










