
La orden judicial para investigar a Álvaro Uribe por dos homicidios de 1998, basada en testimonios del caso contra un exfuncionario del DAS, intensifica el escrutinio legal y político sobre el expresidente. Uribe niega vehementemente las acusaciones, calificándolas de “fantasía” con motivación política, mientras la decisión reaviva debates sobre los nexos entre el Estado y el paramilitarismo durante el conflicto.