
El masivo despliegue militar estadounidense en el Caribe, bajo el pretexto de una operación antinarcóticos, ha sido interpretado por Venezuela como una amenaza directa y una violación de tratados internacionales. Esta escalada de fuerza militariza la tensión bilateral, aumentando el riesgo de un conflicto en la región y marcando una nueva fase en la política de máxima presión de Washington contra el gobierno de Nicolás Maduro.