
La condena en primera instancia contra Álvaro Uribe representa un hito sin precedentes en la justicia colombiana, reconfigurando el panorama político y poniendo a prueba la independencia judicial frente a una de las figuras más poderosas del país. El futuro del proceso dependerá de las instancias de apelación, pero el fallo ya ha intensificado la polarización de cara a las elecciones de 2026.