
El despliegue naval estadounidense constituye una demostración de fuerza sin precedentes recientes en la región. Aunque su objetivo declarado es la lucha antinarcóticos, ha sido interpretado universalmente como una herramienta de presión geopolítica que ha provocado una enérgica respuesta de Venezuela y ha activado los mecanismos diplomáticos de emergencia en América Latina para evitar una escalada del conflicto.