
La cancelación del concierto de Kendrick Lamar en Bogotá expuso fallas en la gestión de permisos y presuntos riesgos estructurales en el nuevo escenario Vive Claro. La situación derivó en una crisis de confianza, la intervención de entidades de control, el anuncio de nuevas regulaciones para eventos masivos y una fuerte incertidumbre sobre la futura agenda de conciertos internacionales en la ciudad.