
El breve comentario de Maluma en su concierto en El Salvador trascendió el ámbito del entretenimiento para convertirse en un catalizador de debates políticos regionales. La controversia subraya la delgada línea que recorren los artistas de talla internacional entre la libertad de expresión y la responsabilidad pública, así como la creciente polarización en América Latina sobre los modelos de seguridad y gobernanza.