
La declaración de hambruna en Gaza, el riesgo crítico para 450.000 niños según UNICEF y el colapso de los servicios esenciales confirman una catástrofe humanitaria sin precedentes, exacerbada por el uso del hambre como táctica de guerra.
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La declaración de hambruna en Gaza, el riesgo crítico para 450.000 niños según UNICEF y el colapso de los servicios esenciales confirman una catástrofe humanitaria sin precedentes, exacerbada por el uso del hambre como táctica de guerra.
La intensificación de la ofensiva israelí en la Ciudad de Gaza se caracteriza por la destrucción sistemática de infraestructura civil, incluyendo rascacielos, bajo la justificación de atacar a Hamás, lo que agrava la crisis humanitaria y es señalado como una política de exterminio.
La política israelí de emitir órdenes de evacuación masiva en la Ciudad de Gaza ha provocado el desplazamiento forzado de millones de personas hacia supuestas "zonas humanitarias" en el sur, las cuales, según testimonios, carecen de las condiciones mínimas para la supervivencia.
Con más de 63.000 palestinos muertos, de los cuales la mitad son mujeres y niños, y 200.000 heridos o desaparecidos, las cifras del conflicto en Gaza revelan un impacto devastador y desproporcionado sobre la población civil, lo que alimenta las acusaciones de crímenes de guerra.
La respuesta militar de Israel en Gaza ha escalado al ámbito de la justicia internacional, con una demanda por genocidio en la CIJ iniciada por Sudáfrica y solicitudes de arresto de la CPI contra sus líderes por crímenes de guerra, marcando un hito en la persecución de crímenes internacionales.
Las negociaciones para un alto al fuego en Gaza, mediadas por Egipto, Estados Unidos y Catar, continúan estancadas debido a las demandas irreconciliables de Israel, que exige la rendición de Hamás, y las condiciones del grupo palestino, a pesar de avances previos en propuestas de tregua.
La crisis de los rehenes en Gaza se agrava con la estimación de que más de la mitad de los cautivos restantes podrían estar muertos. Sus familias han solicitado la intervención directa del presidente de EE.
UU., mientras su liberación sigue siendo una pieza central y compleja en las estancadas negociaciones de paz.
La guerra en Gaza ha provocado una masiva respuesta global, con protestas en las principales capitales del mundo y acciones de boicot en los ámbitos cultural y deportivo.
Estas manifestaciones exigen un cese al fuego y reflejan una creciente presión internacional sobre Israel.
A través de agencias como UNICEF y la labor de sus relatores, la ONU ha sido fundamental para documentar la crisis en Gaza, alertando sobre la hambruna, denunciando posibles crímenes de guerra y advirtiendo sobre una catástrofe humanitaria, consolidándose como una voz crítica en el conflicto.
La hambruna declarada en Gaza es señalada no como una consecuencia inevitable de la guerra, sino como el resultado de una estrategia deliberada de Israel de utilizar el hambre como arma, mediante el bloqueo de ayuda y la destrucción de infraestructura, lo que constituye un crimen de lesa humanidad.