Una pizca de historia (I)
Una pizca de historia (I) egutierrez Sáb, 16/08/2025 - 10:42 Sáb, 16/08/2025 - 07:33 Reconocer nuestra raíz tolimensista es esencial para romper arcaicos credos que alimentan una larga historia de debilidad y fracaso y empezar a construir la nueva historia. PUBLICIDAD El Departamento del Tolima alcanzó su vida jurídica por medio de la ley número 01 de 1908” (Web Gobernación del Tolima). Transcurridos casi 24 lustros de “independencia”, el Tolima hoy muestra endebles logros sociales, económicos, ambientales y de infraestructura que no concuerdan con el largo tiempo transcurrido y que, en sí mismos, son resultados que nos revelan la ineficaz y equivocada gestión política y administrativa por más de un siglo y, claro está, la miopía y la mentalidad con la cual sus dirigentes han pensado, trazado y gestionado la visión estratégica para alcanzar el progreso y la prosperidad. Tal vez si nos detuviésemos en el análisis acerca de cuál era, digamos que hace 120 años, la visión del futuro tolimense que tenían los dirigentes de aquellas calendas y la cotejáramos con la visión de los dirigentes de los tiempos presentes, lo más probable es que no hallemos diferencia substancial respecto a la forma de pensar el territorio desde las realidades y con relación a los desafíos que planteaban aquellos momentos históricos y los que hoy plantea la contemporaneidad. Por ello no es atrevido o impropio juzgar que la dirigencia tolimense muestra un retardo de más de 120 años en su visión, sus ideas y sus obras que, en realidad, no guardan mínima proporcionalidad con los adelantos de muchas regiones del mundo que, en 50 años o menos, hallaron la ruta correcta para construir su modernidad y su progreso.Esta valoración no es siquiera atisbo a un tratado de historia del Tolima, solo se arguye que la historia de nuestro territorio, desde tiempos precolombinos, hasta los tiempos presentes, tendría que ser materia de continuo examen y profundización en los entornos académicos y sociales, incluida la Academia de Historia del Tolima, que, con respeto lo digo, tendría que replantear su misión y merecer apoyo público y privado para convertirse en una institución aliada de la gobernanza departamental y municipal, la educación y la crítica, desarrollando investigaciones y orientaciones para enaltecer la conciencia y el conocimiento histórico de los tolimense. Así como escuchamos insistentemente que “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”, también habremos escuchado esta rotunda tajante: “lo que no se conoce no se comprende y lo que no se comprende no se puede querer”. Reconocer nuestra raíz tolimensista es esencial para romper arcaicos credos que alimentan una larga historia de debilidad y fracaso y empezar a construir la nueva historia. Para afirmar la conciencia histórica admitamos que el presente no proviene de nuestro origen. William Ospina plantea esta paradoja: “nuestra sociedad no muestra en sus orígenes el caso de una multitud de pobres maltratados por unos cuantos ricos, sino más bien el caso anómalo de una multitud de ricos (pueblos originarios) saqueados por unos cuantos pobres (violentos y hambrientos hijos del medievo español) y no digo, señala Ospina, que los indígenas fueran ricos solo por su oro, aunque esa era la única riqueza que sabían ver los aventureros; eran ricos por la extraordinaria naturaleza en que vivían”. Continua… Alberto Bejarano Ávila