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El cuarto plegable

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La oscuridad que habita en tu interior

Con esta selección proponemos una entrada al ambiente fantasmagórico, espeluznante y lúgubre que envuelve al mes de octubre con la celebración de Halloween. Historias aterradoras, de monstruos, vampiros y fantasmas, pero también de violencia, desapariciones, muerte y terror colectivo, que nos muestran que los monstruos no solamente habitan debajo de la cama, sino que existen a plena luz del día y cabe la posibilidad que seamos nosotros, mostrando la oscuridad que habita en nuestro interior.   Episodios sobrenaturales Rodrigo EstradaBiblioteca el sol Este libro reúne seis relatos de corte fantástico. En estos, la vaga realidad tiende a diluirse y los mundos imposibles, con sus fantasmas, demonios e inesperados paisajes, brotan de manera inesperada. Los personajes de estas historias, que han labrado sus vidas con modestia y sin mayores ambiciones, se verán arrastrados hacia escenarios ciertamente menos ordinarios y violentos. La valentía en ellos estribará en asumir con ánimo paciente la soledad, el cambio y la incomprensión.   Fantasmagoriana. Antología de historias sobre apariciones de espectros, espíritus, fantasmas, etc. Jean-Baptiste Benoît EyrièsEditorial Foco Si alguna vez te has preguntado qué inspiró a Mary Shelley para crear a su criatura en Frankestein o El moderno Prometeo (1818), la respuesta es Fantasmagoriana, un libro de cuentos y relatos alemanes que trata de aparecidos, fantasmas y espectros. Esta lectura estuvo presente durante el lluvioso verano de 1816, inspirando al grupo compuesto por Byron, Claire Clairmont, Polidori, Mary Wollstonecraft Godwin (luego Shelley) y Percy Bysshe Shelley a escribir. Un momento legendario en la historia de la literatura del gótico prerromántico.   La sed Marina YuszczukHimpar editores En esta novela de Marina Yuszczuk una vampira desembarca en el Buenos Aires del siglo XIX para habitar por años con su sed, deseo y silencio un país que crece y se olvida de la historia de sus muertos. Entretanto, una mujer del siglo XXI atraviesa una serie de cambios y pérdida mientras deambula por un cementerio intentando sin emoción seguir el deber ser de las asalariadas. En el encuentro entre ambas se abre la posibilidad de que el dolor del goce —la frontera entre la vida y la muerte— ensanche la experiencia y que aparezca la sorpresa en medio del caos y el dolor. Pacto con el diablo Gustavo Acosta, Héctor Escobar, Orlando Villanueva & Víctor Raúl JaramilloLa Valija de Fuego - El peregrino ediciones Dos años después de que Anton Szandor Lavey realizara su primera misa satánica en California; en Pereira, Colombia, Héctor Escobar Gutiérrez realizó su primer oficio como papa negro de Suramérica. En estas latitudes el diablo ha estado presente en los carnavales, en la literatura, en la música, en todas las creaciones humanas que necesitan de esa voluntad para dar cuenta de nuestro paso por la tierra. Es el envés de una moneda que no podría existir sin su contrapeso. Un cuestionamiento a la ‘lucha’ del bien y el mal, del verdadero propósito de prácticas como la brujería y la figura del Diablo desde diferentes perspectivas.   El Pájaro Speed y su banda de corazones maleantes Rafael ChaparroIcono Editorial La muerte temprana de Rafael Chaparro Madiedo en 1995 convirtió su hasta entonces única novela publicada Opio en las nubes, en una obra de culto de la literatura underground colombiana y en un referente clave para muchos jóvenes latinoamericanos. Sin embargo, cuando falleció, Chaparro tenía escrita y corregida una nueva novela que maduraba los recursos narrativos que desarrolló en Opio en las nubes y que permaneció inédita durante más de quince años. En El Pájaro Speed y su banda de corazones maleantes, el escritor colombiano mantiene su imaginario personal de personajes incrustados en el lado oscuro de las calles y del cariño. Los parques, el asfalto, la violencia, el alcohol, el humo de los bares y los desolados páramos interiores son los escenarios donde los protagonistas buscan una redención que no están seguros de desear del todo.   La princesa vampira Claudia MelnikFavila Editorial Nadie escribe hoy en un estilo tan perentorio y desafiante como Claudia Melnik. Esta historia extraordinaria, escrita con un camuflaje retórico de eficacia infalible, revela no solo atisbos de una biografía posible sino también rasguños y tañidos de un gótico en apariencia inalcanzable, muy poco frecuentado en castellano, que va de Bram Stoker y Sheridan Le Fanu hasta llegar sin desgarros ni estrago alguno a Ann Rice y su crepúsculo, con Kipling y Horacio Quiroga en passant. Trajiste contigo el viento Natalia García Freire Himpar Editores Una mañana, desaparece del pueblo andino de Cocuán casi la mitad de sus habitantes. Cuando el resto parte a buscarlos, el horror de un antiguo pecado colectivo los alcanza a todos. En esta novela, Natalia García Freire explora la normalización de la violencia sobre el cuerpo de las mujeres y el control a la vida de animales y plantas, que se abre paso a pesar de todo. El llamado Gregorio UribeAbisinia Editorial El presente relato ocurre en Nueva York durante todo un día a finales del verano. Un músico experimentado ha sentido a lo largo de su vida una presencia extraña en su interior que lo ronda y lo inquieta. Es una especie de llamado o duende, como lo bautiza, que le habla sobre la muerte por mano propia y lo arrastra a reflexiones insólitos ligadas a recuerdos dolorosos.   El desfile nocturno de cientos de demonios Sekien ToriyamaTanuki Libros Los yokai son criaturas extrañas. Son criaturas sobrenaturales que habitan en el folclor japonés, que adoptan multitud de formas, desde animales con poderes mágicos hasta objetos inanimados. A veces nos ayudan a cortar la leña o a pescar. A veces nos cambian la almohada de lugar o se transforman para hacernos pasar un mal rato. Incluso pueden llegar a maldecirnos. Este fue el universo fantástico japonés que llevó al ilustrador Sekien Toriyama a dedicar una parte importante de sus ilustraciones que, hasta hoy, siguen inspirando a todo tipo de artistas y cuyo talento podemos apreciar en este libro, que recopila la imagen colectiva de los yokai más importantes. Anne Rice. Espiritualidad, vampiros y sadomasoquismo Arturo RozoMirabilia Libros Este es un viaje espiritual por la vida de la autora de Entrevista con el vampiro, La reina de los condenados, La hora de las brujas y El don del lobo. Un recorrido por el alma de una escritora obsesionada con saber de qué está hecho el mundo. Desde la depresión profunda y el caos sin sentido, hasta un universo donde la divinidad se encuentra en las intrincadas fibras de su creación, pasando por el cristianismo demente, su obra es un relato de aceptación, templanza y resiliencia.   De monstruos y cyborgs Margarita SaonaIntermezzo tropical El libro De monstruos y cyborgs, de Margarita Saona, es un ensayo sobre la transformación a la que se someten los cuerpos frente a la ciencia y su efecto en nuestra subjetividad. Se trata de una reflexión sobre los límites de lo humano y el cyborg a partir de una experiencia personal: el propio trasplante de corazón de la autora. "Soy un monstruo y un cyborg, soy una humana con partes de otros seres, abierta a virus y a infecciones. Soy una persona que no sabe que quiere decir "yo". De nada serviría negarlo. Recordarlo es también ser un montón de preguntas sin respuestas", dice uno de los pasajes del libro.   Alguien camina sobre tu tumba Mariana EnriquezLaguna Libros Mariana Enríquez es catadora de cementerios; los busca en los lugares a donde viaja y planea viajes para encontrarlos. Desde su mirada particular, que enriquece con una investigación implacable, baraja los nombres, fechas y epitafios grabados en las tumbas para desentrañar las motivaciones y ansiedades de quienes las pusieron ahí.Aquí encuentras toda la selección.

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Entrevista Matera Libros: entre pantalones, muebles, revistas y libros.

En esta conversación con Manuel Kalmanovitz, editor y fundador de Matera Libros, entraremos en el corazón de un proyecto editorial que nació como una revista temática y fue creciendo sin prisa hasta tener una colección de poesía y otra de trabajos gráficos. En esta entrevista, nos sumergiremos en el mundo de una editorial con un nombre muy particular, que publica una revista que habla unas veces de pantalones y otras veces de muebles y que tiene al mando a un editor que publica lo que no entra en otros espacios pero que sí cabe dentro de una matera. 1.¿Quién es Manuel Kalmanovitz? Me llamo Manuel Kalmanovitz González, ya tengo cincuenta y un años. En mi vida he hecho varias cosas, estudié Cine y Televisión en la Universidad Nacional y apenas me gradué me di cuenta de que eso no era lo que quería hacer. Cuando me gradué hice una pasantía en el periódico El Espectador, me terminaron contratando al rato y terminé trabajando como periodista, creo que fueron cuatro o cinco años. Tuve esa formación de escritura y fue chévere porque era aprender a escribir muy consciente de que alguien lo va a leer. Tuve una editora en El Espectador que se llamaba Olga Marín que fue buenísima. Ella me enseñó un montón sobre todo eso, la conciencia de que las cosas que uno escribe existen para ser leídas. Ella fue muy buena editora, se sentaba con cada uno de los periodistas que ella editaba y revisábamos, leyendo en voz alta, coma a coma, punto a punto los textos y pues retroalimentaba ahí. Luego de eso me pasé al periódico El Tiempo un rato, también fueron un par de años o un año y medio, una cosa así. Renuncié y me fui a hacer una maestría en Inglaterra, luego volví. Me fui a Estados Unidos y ahí estuve como ocho años. Después volví y ya me quedé. 2. ¿Cómo nace Matera? ¿Qué te motivó a fundar una editorial independiente? ¿Cómo fue ese proceso inicial? Luego de volver de Estados Unidos empecé a hacer Matera, la revista. Era una idea que yo tenía desde hace tiempo. O no una idea, unas ganas que tenía hace años. En mi colegio había unas cosas que se llamaban vocacionales, que eran como unas clases a las que tocaba ir los sábados y una de esas era comunicación, creo que hacían una publicación. Digo creo porque yo nunca tomé esa clase pero me antojé un montón. Entonces, desde el colegio tenía esa idea. Luego pues me fui y volví y entonces sí, era como que quería hacer algo por ese lado. Comencé a hacer Matera, eso fue ya hace diecisiete años. Yo no sabía mucho de esas cosas editoriales. Era muy amigo de mis vecinos, Mónica y Nicolás, que tienen un estudio de diseño que se llama Tangrama. Éramos muy amigos y ellos me ayudaron un montón en todas las cosas operativas que, digamos que son sencillas, pero pues si uno no conoce no sabe por dónde comenzar. Aprendí a usar InDesign de una forma muy básica, que es lo que se necesita para hacer una publicación sencilla como Matera. Ellos me pusieron en contacto con imprentas y me explicaron cómo era el proceso con estas y fue muy útil porque, aunque uno puede tener las ganas, si uno no sabe cómo empezar a hacer cosas le puede ir muy mal. Pero si hay alguien que ya sabe un poquito el proceso y lo encamina a uno es muy fluido. Tuve la buena suerte de tener a Nicolás y Mónica ahí al lado, ellos me pusieron en contacto con gente y ya ahí empecé a hacer Matera. Primero hacía dos números al año y hoy por hoy hago solo uno al año porque tengo otros trabajos y también porque he empezado a darle más caudal a hacer otros libros aparte de Matera. 3. ¿De dónde surge el nombre de Matera? Matera fue un nombre que se le ocurrió a un amigo, un amigo de Nueva York que también es colombiano. Cuando yo me estaba devolviendo le conté que quería hacer esto y a él se le ocurrió si no estoy mal, o hablando entre los dos se nos ocurrió. Se llama Alan, a veces participa en Matera. Y me gustó por la idea de lo que hace una matera. La matera es un recipiente, digamos inorgánico, al cual uno le echa tierra y le pone matas y se vuelve un recipiente donde la vida se da. Todo esto no lo pensé en el momento, solo me gustó el nombre Matera. Me gusta que tenga tres sílabas y dos vocales, me gusta cómo se ve la palabra Matera. Pasa una cosa curiosa que también solo me di cuenta después y es que matera no le dicen a las materas en todas partes. De hecho, solo en Colombia se les dice materas, en Latinoamérica le dicen maceta. Alguna vez, por ejemplo, en Casa Tomada tenían un librero que era argentino y él me dijo que creía que Matera se llamaba Matera porque era sobre chicas tomando mates, pero pues no. Así que eso me parece que también es bonito, me gusta el hecho de que sea una palabra tan local, me parece importante eso de estar situado. Entonces sí, de ahí salió el nombre y yo creo que sobre todo me gustó por la idea, pero también por su sonoridad, que sean tres sílabas y que sean dos letras por sílaba, todo eso me gustó. Me parece que es una palabra que se ve que tiene peso. 4. ¿Cuál consideras que es uno de los principios que rige a Matera? Digamos que hay una dimensión que me parece muy bonita e importante de Matera y es que es una empresa colectiva. Es decir, yo hago todo: yo invito, yo edito, yo a veces hago ilustraciones, yo organizo, diagramo, mando a imprenta, recibo las cajas, las llevo a librerías, yo hago todo. Pero es una empresa colectiva. O sea, no es colectiva desde el lado organizativo, pero lo es desde el lado espiritual. Es una plataforma donde hay mucha gente hablando —uso hablar en un sentido muy amplio porque hay gente que participa, pero con imágenes: pueden ser fotos, pueden ser dibujos, pueden ser cómics, pueden ser collages, pueden ser como cualquier cosa gráfica—. Desde el lado de lo escrito también participa mucha gente que se aproxima de distintas maneras a lo que se hace: hay poemas, hay ensayos, hay escritos de todo tipo. Existen muchas aproximaciones tanto en lo gráfico como en lo escrito. Matera es un lugar en donde estas expresiones de la gente confluyen y donde al ponerlas juntas se arma un diálogo alrededor de un tema. Luego, cuando ya uno ve la revista armada, impresa y en librerías, se ve el diálogo que se dio ahí y el cómo hay un montón de cabezas, cada una muy particular, cada una muy desde su lado, tratando de contemplar estos temas. Así que, Matera desde el comienzo nació como una revista temática. El primer número era de pantalones, el segundo fue de futuro y el tercero fue de pelo. Entonces sí, había un tema e invitaba gente y la gente traía sus contribuciones. Después uno ve en la revista una cosa que es bien bonita y es que son unos temas muy sencillos, muy simples y que uno puede decir "Bueno, pero pues tampoco es que haya tanto que decir de pelo o tampoco hay tanto que decir de pantalones”, pero después uno ve la revista y se da cuenta que por más que los pantalones sean muy parecidos en todo el mundo, las experiencias que cada uno tiene con ellos son únicas. Uno lo lee, ve la ilustración y le mueve algo. Así que me parece que pasan dos cosas que son complementarias. Hay una dimensión individual y al mismo tiempo hay un sentido de comunidad, que permite que uno pueda sentirse interpelado y entender ciertas cosas de la vida. 5. ¿Cómo está compuesto el catálogo de Matera y qué criterios de selección utilizas para publicar un manuscrito? Desde hace un par de años empecé a sacar una colección de poesía y una colección de cosas gráficas. La de poesía se llama Opaco Zumbido y la de cosas gráficas se llama Trazos Bullangueros. La de poesía ya tiene diez títulos y Trazos Bullangueros tiene hasta ahora tres. Más uno que salió ahorita para Artbo, cuatro. Además, antes tenía una coleccioncita de fanzines que se llama Cuadernos de Matera, de esos he sacado como diez títulos. Muchos de esos ya no los tengo, están descatalogados. Por el lado de las colecciones, digamos que comenzó la revista Matera y yo no tenía previsto que fuera a crecer y tener un montón de colecciones, sino que fueron cosas que se fueron dando poco a poco. Pero con la poesía surgió la necesidad de “pensemos en esta colección”. Sin embargo, tampoco es como que yo la tuviera muy pensada. La primera camada fueron tres libros: A morir, muriendo vamos de Beatriz Venegas Athías, dos tres un de Carolina Charry y Guayacán solar de Jorge Acero. Este año saqué otros tres: Los pecados del nuevo milenio de Yulieth Mora, Pena capital de Andrés Felipe Uribe y Ver mi alma de Carlos Colmenares. El año anterior publiqué Todos los días son un parque de Juan Buendía, Las devastaciones de Lina Alonso y Poemas fáciles de Ana López. Entonces no es como que hay mucha premeditación en las colecciones. Es como lo que pasa con los espacios, ya que cuando uno crea un espacio comienza a producirse un llamado a las cosas para que lleguen ahí, es lo que queremos. Por eso, cuando se abrió ese espacio comenzaron las disertaciones. Muchos de ellos eran colaboradores de Matera o habían colaborado con Matera alguna vez, entonces los conocía de ahí. La gente que participa en Matera es gente que me gusta lo que hace, por lo que es un paso natural que pasen de tener un poema o dos en la revista Matera a que tengan un libro de poesía. Al abrir el espacio les escribí y les decía "Oye, pues ahora tengo esta colección de poesía, no sé si quieres o si tienes algo guardado que quieras traer”. Y la respuesta ha sido sí, esos diez libros que hay ahora. Hay uno, el de Carolina Charry, que ya se me acabó porque son unos tirajes más bien chiquitos, de trescientos a trescientos cincuenta ejemplares, que igual pues ahí se van moviendo. Trazos bullangueros tiene que ver con que, pues en realidad todo lo que yo hago es porque a mí me gusta y porque me parece que, muchas veces, los cómics que a mí me gustan no tienen un espacio muy definido en nuestro universo editorial. Igual uno sabe que en el mundo sí existen cosas de ese tono, pero en Colombia de pronto no. Muchas veces pienso en qué estructura cabrían las cosas que yo escribo y dibujo, mi respuesta es que no en tantas partes. Entonces sí, es como hacerle suma a las cosas que a uno le gustan y empezar a pensar en crear ese espacio. En otro sentido, las colecciones de Matera son muy parecidas a Matera porque también son espacios o colecciones de libros individuales, igual que Matera es un espacio para cierta clase de textos. Es crear un espacio donde ciertas cosas tienen sentido y tienen un lugar, es crear un lugar donde cosas que estarían por ahí perdidas pueden tener una especie de familia. Y al ya tener una familia también tienen una visibilidad. 6. ¿Cuáles crees que han sido los mayores desafíos para Matera libros? Para mí una cosa muy difícil es toda la cuestión operativa de Matera. Para mí es un desafío porque no soy una persona muy aterrizada. Literalmente en mi carta astral mis cosas de tierra están mal, o sea, no tengo planetas en las casas de tierra. Entonces para mí aterrizar es muy difícil, a mí no me fluye y me toca trabajar, me toca hacer esfuerzo. Así que, el reto grandísimo de Matera es la distribución. Es una cosa que yo hago, no creo que demasiado bien tampoco, pero es una cosa que hago y que me cuesta harto trabajo. Pero antes no la lograba y no podía hacer eso, antes me daba pena cobrar, me daba pena ir a dejar los libros, todo me daba vergüenza. Creo que es uno de los problemas de hacer las cosas uno solo. Como que uno tiene asuntos con su personalidad y sus desafíos, que, si uno lo hiciera en conjunto, pues de pronto sería menos difícil. Al no tener esa clase de diálogo con alguien más, me toca a mí asumir esas tareas y no soy bueno. Hoy por hoy les saco un par de días y hago todas las cuentas de cobro. Pero durante mucho tiempo hacer esa vuelta para mí se sentía muy imposible, algo que no estaba en mis manos y que me sobrepasaba full. Pero claro, hay un asunto y es que Matera ya no es solo mío, no es solo de Manuel. Me toca sobreponerme a estas tendencias mías, esa pena que me da porque no soy solo yo. Entonces es llevar a la librería los libros de la gente, porque si ya saqué el libro de Beatriz, el de Lina, el de Carlos, el de Ana y el de Felipe, parte del del trato ahí es hacer que circule. Esa pena que me da tiene que pasar a un segundo plano y hay que ser responsable con los demás. 7. ¿Tienes alguna anécdota respecto a un libro cuyo proceso o publicación haya sido especialmente significativo? No, pues todos los libros han sido muy chéveres y muy bonitos. Me cuesta singularizar algo, decir esta cosa fue muy especial. Y si uno ve el catálogo, me parece que es super chévere ver la variedad de aproximaciones que hay ahí, cada libro con una voz muy particular, cada uno tiene una mirada singular y es muy lindo ver cómo son de diferentes. Hay unas Materas que son importantes, por ejemplo, la doce que fue de plantas, fue la primera que tuvo una parte a color. Tiene unas treinta y dos páginas, con unas páginas a color ahí en la mitad. Ahí se trabaja es a cuatro tintas y no a dos como “normalmente”. Pero no, me cuesta trabajo decir que haya algún libro. Digamos Bogotá con Mar es el libro que yo escribí e ilustré, para mí es bien importante y creo que igual está en la base de Matera. Pero fue importante porque con ese libro aprendí a usar el programa de diagramación, el InDesign. Además de que eran mis textos, mis dibujos, mis collages y mis cosas. A mí a veces me hacen esa pregunta en ferias, estoy ahí y es como “¿Cuál es su favorita?” No tengo favorita. En realidad, porque yo lo pienso más como que es un proceso. Lo bonito para mí de Matera es el proceso y también todo el lado de las exigencias, de ir más allá de lo que para mí es cómodo. Todo eso me parece que es chévere, todo eso es importante. En realidad, no es chévere, es muy desagradable pero es importante dimensionar que uno tiene que hacer cosas que de pronto no le gustan tanto o no le fluyen tanto, como parte de la responsabilidad hacía lo que uno hace. 8. ¿Qué consejos le darías a las personas que quieran iniciar con una editorial independiente?   Le aconsejaría que hable con gente que lo hace, porque lo que te decía antes, para mí fueron muy importantes Mónica y Nicolás, mis vecinos, porque me encaminaron, me mostraron imprentas, me explicaron cositas muy prácticas de cómo se van a entregar archivos. Me parece que hay una comunidad bien bonita de la publicación independiente, la gente toda se habla y están muy abiertos a compartir experiencias. Eso les aconsejaría, que se acerquen a los demás porque es una comunidad muy generosa. Por otro lado, también les aconsejaría que le hagan caso a sus sensibilidades. Hay gente que trata de hacer cosas que le gusten a todo el mundo y a mí eso me parece que no tiene sentido. Lo que uno tiene que hacer son cosas que le gusten a uno. Porque en lo que insisto es en la importancia de la singularidad, que en algún punto encuentra un eco en la colectividad. Entonces diría que es importante pensar en lo que a uno le gusta, en la sensibilidad de uno, qué le suena a uno, qué le emociona a uno y trabajar en eso. Igual siempre hay un elemento de diálogo, lo que uno hace surgir de lo que hay. Matera surge en diálogo con las revistas, surge en diálogo, así no parezca, con el Malpensante o con Eco de Occidente. Uno ve esas cosas y dice “aquí hay algo que no sucede y que me gustaría que pasara”. Entonces ser consciente de qué hay y ver ahí cómo la sensibilidad de uno puede operar. Pero sí, es que le hagan mucho caso a sus gustos, a sus caprichos y a lo que los mueve. Porque eso es lo que uno tiene para ofrecer. Para nada intentar apuntarle a algo que le guste a todo el mundo, pues eso lo hace Planeta y eso lo hacen todas esas empresas. Pero si uno va a trabajar desde el lado del independiente, no va a hacer plata o mucha plata y pues por lo menos hacer cosas que a uno le gusten un montón. Lo que diría es que persistan, o sea, toca persistir. Es un proceso para uno, hay unas cosas de mí que yo he entendido y que he logrado trabajar a punta de seguir y seguir y seguir. También hay un elemento de persistencia que es bien importante. Sacar un libro es fácil, sacar una revista es fácil, así no parezca. Pero hacer una segunda y una tercera y una cuarta y una quinta, ahí es donde hay que pensar que la cosa es más un maratón que una carrera de cien metros, porque un libro cualquier persona lo saca, pero el asunto no está en hacer una sola cosa, es tener un camino y pensar que es una cuestión que tiene que durar. También es un asunto de uno cómo se dosifica y cómo utiliza su energía, todo eso. Entonces, sí, es lo que yo le recomendaría. Uno, confíen en ustedes y dos, piensen también que es una cosa que no va a ser un cien metros, sino que es una maratón. Hay que también estar pensando a futuro, lo que se quiere que pase. 9. Y, por último, ¿qué planes se vienen para Matera en el futuro? Sacaré un par de libros de poesía y parte de libros de los gráficos. Acabo de sacar para Artbo una novela gráfica de Muriel Bellini dibujada, que es una belleza. Entonces, tengo altas ganas de alimentar harto la colección Trazos bullangueros. Y no, pues estar ahí atento a lo que vaya surgiendo. También hay una nueva Matera en el horno, pero eso para tenerla en abril. Por María del Cielo Cuéllar.

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