Noticias cortas: Tensión entre EE.UU. y Venezuela

El masivo despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe, justificado como una operación antinarcóticos, ha sido interpretado por Venezuela como una amenaza directa a su soberanía, escalando las tensiones a un nivel no visto en décadas y generando incertidumbre sobre las intenciones finales de Washington en la región.

El gobierno venezolano ha respondido al despliegue naval estadounidense con una significativa movilización militar propia, incluyendo 15.000 soldados en la frontera con Colombia y un llamado masivo a las milicias civiles.

Estas acciones buscan proyectar una imagen de defensa soberana y resistencia frente a lo que considera una agresión imperialista.

Estados Unidos ha intensificado su ofensiva contra Venezuela al designar al Cartel de los Soles como una organización terrorista, acusando a Nicolás Maduro de encabezarla.

Esta medida, que se apoya en supuestos vínculos con otros carteles y testimonios de alto perfil, sirve como justificación para la presión militar y económica sobre el régimen chavista.

El aumento de la recompensa por Nicolás Maduro a 50 millones de dólares es una pieza clave en la estrategia de presión de Estados Unidos. Esta acción busca generar fisuras en el chavismo e incentivar la colaboración para su captura, complementando el cerco militar y judicial impuesto por Washington.

La escalada de tensión entre Estados Unidos y Venezuela ha generado reacciones internacionales polarizadas.

Mientras Rusia, China y el ALBA respaldan a Caracas, Trinidad y Tobago y Francia han mostrado su apoyo a la estrategia estadounidense, evidenciando una reconfiguración de alianzas en la región del Caribe.

La tensión entre Washington y Caracas es también una guerra de narrativas en la que los discursos populistas de Trump y Maduro se alimentan mutuamente.

Ambos líderes utilizan la figura del enemigo externo para movilizar a sus bases y justificar sus políticas, creando un ciclo de confrontación que beneficia sus agendas internas.

El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha desafiado la postura de Estados Unidos al negar la existencia del Cartel de los Soles, calificándolo de “ficción”.

Su declaración, junto con sus críticas al despliegue militar estadounidense, posiciona a Colombia en un complejo equilibrio diplomático entre su alianza con Washington y su relación con el gobierno de Venezuela.

La líder opositora María Corina Machado ha instado a los venezolanos a desobedecer el llamado de Nicolás Maduro a unirse a las milicias, calificándolo de un acto de desesperación de un “régimen que se desmorona”. Su llamado a la desobediencia civil evidencia la profunda división interna y la lucha de narrativas en Venezuela frente a la presión estadounidense.

El director de la DEA, Terry Cole, ha calificado a Venezuela de “narcoestado terrorista” que colabora con grupos armados colombianos, proporcionando la justificación central para la operación militar de EE.

UU. en el Caribe. Venezuela ha respondido acusando a la DEA de ser el verdadero cartel, en una escalada retórica que sitúa al narcotráfico en el centro del conflicto bilateral.

Nicolás Maduro generó confusión al leer una proclama de 1902 que sugería su renuncia, pero el acto fue un movimiento simbólico para comparar la actual presión de Estados Unidos con agresiones históricas. La oposición lo calificó como una maniobra distractora, mientras el oficialismo lo usó para reforzar su narrativa de resistencia antiimperialista.