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El Premio Nobel de la Paz otorgado a María Corina Machado reconoce su larga trayectoria en la lucha por la democracia en Venezuela, resalta su rol unificador en la oposición y envía un fuerte mensaje de apoyo internacional a una transición pacífica, a pesar de los riesgos personales que enfrenta.

El Nobel a Machado fue ampliamente celebrado por líderes colombianos e internacionales como un triunfo de la democracia y la valentía. No obstante, la reacción cautelosa del gobierno de Gustavo Petro, enfocada en el diálogo, evidenció la delicada postura diplomática de Colombia frente a la crisis venezolana.

La administración Trump criticó duramente al Comité Nobel por no otorgarle el Premio de la Paz al presidente, a quien consideraban el candidato idóneo por sus logros diplomáticos. La Casa Blanca calificó la elección de María Corina Machado como una decisión política que ignoró los esfuerzos de paz liderados por Estados Unidos.

Estados Unidos ha intensificado su presencia militar en el Caribe con un despliegue naval sin precedentes y ha ejecutado ataques mortales contra embarcaciones, justificándolos como una guerra contra el narcotráfico. Esta escalada ha elevado la tensión con Venezuela y generado serias dudas sobre su legalidad y sus verdaderas intenciones en la región.

El régimen de Maduro ha respondido a la presencia militar de EE. UU. con una doble estrategia: la denuncia diplomática en la ONU y la movilización militar interna a través de ejercicios de defensa. Con estas acciones, Caracas busca proyectar una imagen de resistencia y preparación ante lo que considera una inminente agresión extranjera.

La administración Trump ha cerrado formalmente la puerta al diálogo con el régimen de Maduro, suspendiendo todos los contactos diplomáticos. Esta decisión, impulsada por la frustración ante la permanencia de Maduro en el poder, señala un giro hacia una estrategia de máxima presión que privilegia las medidas coercitivas sobre la negociación.

Detrás de su discurso desafiante, el régimen de Maduro intentó negociar su supervivencia ofreciendo a Estados Unidos un control significativo sobre sus recursos naturales.

La revelación expone la pragmática y desesperada estrategia del gobierno venezolano para evitar un conflicto, incluso a costa de sus principios ideológicos.

En medio de la creciente tensión militar con Washington, el gobierno de Maduro ha denunciado un supuesto plan para atacar la embajada de EE. UU. en Caracas, calificándolo como una operación de “falsa bandera”. Esta acusación sirve al régimen para reforzar su narrativa de víctima de conspiraciones y justificar su estado de alerta.

En un intento por desactivar la crisis con Estados Unidos, Nicolás Maduro ha recurrido a la diplomacia vaticana, solicitando al papa León XIV que medie para preservar la paz. Esta acción busca el respaldo moral y político de la Santa Sede para contrarrestar la presión militar de Washington y abrir una vía de diálogo.

Colombia está negociando activamente la liberación de 38 de sus ciudadanos detenidos en Venezuela, en medio de graves denuncias sobre violaciones de derechos humanos en las cárceles del régimen de Maduro. Aunque hay optimismo sobre una posible fecha de liberación, el proceso se ve obstaculizado por las acusaciones de conspiración contra algunos de los detenidos.