
Estados Unidos aplica una estrategia dual de máxima presión militar y una ambigua apertura al diálogo, creando un escenario impredecible.
Mientras ambos líderes expresan disposición a conversar, el masivo despliegue militar y las operaciones encubiertas en curso sugieren que la posibilidad de un conflicto sigue latente, manteniendo a la región en alerta máxima.








