
La descertificación de Colombia por parte de EE.
UU. representa un quiebre histórico en la alianza antidrogas, atribuyendo el fracaso al liderazgo del presidente Petro. A pesar de que una exención mantiene la ayuda, la medida impone una fuerte presión sobre Bogotá para obtener resultados en erradicación, incautaciones y extradición, mientras el gobierno colombiano responde defendiendo su soberanía y cuestionando la estrategia global antinarcóticos.










