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Regiones Sábado, Agosto 23

Parque Ecológico Matarredonda: naturaleza y senderos cerca de Bogotá

Desde los páramos que rodean a Bogotá hasta la Ciénaga Grande de Santa Marta, diversas iniciativas buscan proteger la riqueza natural de Colombia y promover el ecoturismo como una herramienta para la conservación y el desarrollo local.
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En diferentes regiones de Colombia se adelantan iniciativas clave para la protección de ecosistemas estratégicos y la promoción del turismo de naturaleza. Cerca de Bogotá, dos parques ecológicos se destacan como destinos para el ecoturismo, mientras que en el Caribe se implementan acciones para mitigar una emergencia ambiental. A pocos kilómetros de la capital, el Parque Ecológico Matarredonda, ubicado en el páramo de Cruz Verde, es considerado una “fábrica de agua” por ser el nacimiento de ríos como el Teusacá y el San Cristóbal. Este lugar, sagrado para los muiscas, ofrece a los visitantes senderos que llevan a la Laguna Teusacá y la Cascada de la Abuela, en un ecosistema de frailejones a más de 3.300 metros de altitud. Por su parte, la Reserva Natural Chicaque, a 30 minutos de la ciudad, protege más de 300 hectáreas de bosque de niebla. Es hogar de osos de anteojos, perezosos y más de 100 especies de aves, además de contar con una especie de liquen única en el mundo. Ofrece más de 18 kilómetros de senderos, así como actividades de aventura como tirolesa y cabalgatas, con opciones de alojamiento en cabañas y zonas de camping. En el departamento del Magdalena, la Corporación Autónoma Regional (Corpamag) y la Alcaldía de Sitionuevo han unido esfuerzos para enfrentar la crisis ambiental en Nueva Venecia, un pueblo palafito en la Ciénaga Grande de Santa Marta. La comunidad se ve afectada por la proliferación de especies invasoras como la taruya y la *Hydrilla verticillata*, que ingresan masivamente por el caño Aguas Negras, amenazando el ecosistema y el sustento de los pescadores. Para mitigar el problema, se definieron tres estrategias: la instalación de barreras artesanales para controlar el paso de vegetación, la implementación de métodos de remoción de la *Hydrilla* con participación comunitaria y el desarrollo de 15 talleres de educación ambiental. Estos talleres también buscan promover el uso de la taruya en artesanías como fuente de ingresos alternativos para las familias locales.

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