El Límite del Ojo Humano: Por Qué su Televisor 8K Podría Ser un Gasto Innecesario, Según la Ciencia



Una investigación conjunta de la Universidad de Cambridge y Meta Reality Labs, publicada en la revista Nature Communications, ha demostrado que el ojo humano tiene un límite en la cantidad de detalles que puede percibir. Este hallazgo cuestiona la utilidad de invertir en televisores de ultra alta definición (4K y 8K), ya que en las condiciones de visualización de un hogar promedio, estas tecnologías no ofrecen una ventaja visible sobre pantallas de menor resolución, como las 2K (Quad HD).
El estudio determinó por primera vez la capacidad real del ojo para distinguir píxeles. Los científicos descubrieron que la mayoría de las personas pueden distinguir hasta 94 píxeles por grado en escala de grises, y alrededor de 89 para colores como el rojo y el verde. Sin embargo, esta capacidad disminuye a 53 píxeles por grado para tonos amarillos y violetas, debido a que el cerebro procesa peor los detalles de color que los de luz y sombra. Esta limitación biológica implica que, para un televisor de 44 pulgadas visto desde una distancia de 2,5 metros, una resolución 4K ya proporciona más información de la que la vista puede procesar, haciendo que la diferencia con una pantalla 8K sea imperceptible. Para ayudar a los consumidores, los investigadores desarrollaron una calculadora en línea y gratuita que permite determinar si una pantalla de mayor resolución ofrecerá beneficios visibles según el tamaño del televisor y la distancia de visualización. Los expertos señalan que un mayor número de píxeles no solo eleva el costo del dispositivo, sino que también aumenta su consumo de energía sin traducirse en una mejor experiencia visual. Por ejemplo, para que una pantalla 8K valga la pena, se necesitaría un tamaño de 100 pulgadas y verla a menos de dos metros de distancia. Las implicaciones de este descubrimiento van más allá de los televisores domésticos y se extienden a la realidad virtual, los videojuegos y los dispositivos móviles, donde las empresas invierten en densidades de píxeles que el ojo no puede distinguir. El estudio sugiere que estos esfuerzos podrían redirigirse a mejoras más perceptibles como el contraste, el color o la velocidad de respuesta. Además, se encontró que el ojo distingue más matices de rojo y verde de lo que se creía, lo que podría cambiar las técnicas de compresión de video en el futuro.









