Entre el diálogo secreto y la presión militar: la fallida negociación entre Trump y Maduro



A través de contactos informales y negociaciones secretas reveladas por una investigación de The New York Times, el gobierno de Nicolás Maduro propuso a la administración de Donald Trump una renuncia gradual del mandatario venezolano. La oferta, que contemplaba un período de transición de entre uno y tres años, fue rechazada de manera tajante por la Casa Blanca, que exigía una salida inmediata del poder. Como parte de los incentivos, Caracas habría sugerido la apertura del sector petrolero a compañías estadounidenses. Sin embargo, Washington consideró los plazos inaceptables y la propuesta como una maniobra para ganar tiempo.
Funcionarios venezolanos como Delcy Rodríguez, quien supuestamente asumiría la presidencia temporalmente en uno de los escenarios, negaron la existencia de dicha oferta, calificándola de “noticia falsa”.
Paralelamente a estos contactos, Estados Unidos escaló su estrategia de presión sobre Venezuela a múltiples niveles. Se ordenó el mayor despliegue militar en el Caribe desde la Crisis de los Misiles de 1962, con la movilización de aproximadamente 15.000 efectivos, buques de guerra como el portaaviones USS Gerald R. Ford y decenas de aviones de combate en el marco de la operación “Lanza del Sur”. Además, Trump autorizó a la CIA para ejecutar operaciones encubiertas en territorio venezolano con el objetivo de “preparar el campo de batalla”. Estas acciones podrían incluir ciberataques, campañas de desinformación y la identificación de objetivos estratégicos vinculados al narcotráfico para posibles ataques selectivos.
Para justificar legalmente una eventual acción más directa, el gobierno estadounidense designó al denominado “Cártel de los Soles” como una organización terrorista.
Dado que Washington acusa a Maduro y a altos funcionarios de su gobierno de liderar esta red, la medida abre la puerta a acciones financieras, judiciales e incluso militares contra la cúpula del poder en Venezuela. En reuniones en la Sala de Situación, el Pentágono presentó a Trump un abanico de opciones que iban desde ataques aéreos hasta una posible invasión terrestre. A pesar de la creciente hostilidad, la postura de Trump se mantuvo ambigua.
Mientras rechazaba las propuestas de transición y autorizaba operaciones encubiertas, también declaraba públicamente que no descartaba un diálogo directo con Maduro. Esta dualidad mantuvo un clima de incertidumbre sobre el desenlace de la crisis, con un gobierno estadounidense que evaluaba desde una salida pactada hasta una intervención militar directa para forzar un cambio de régimen en Venezuela.















