Tensión en el Caribe: La estrategia de Trump entre amenazas verbales y despliegue militar contra Venezuela



El entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó en repetidas ocasiones que los días de Nicolás Maduro como líder de Venezuela estaban “contados”.
Esta declaración fue hecha en una entrevista con CBS y a su regreso a Washington desde su residencia en Mar-a-Lago, Florida.
A pesar de la contundencia de sus palabras, Trump restó importancia a los temores de una guerra inminente, aunque mantuvo una postura ambigua al señalar: “ya veremos qué pasa”.
Paralelamente a estas declaraciones, se reportó un incremento en la tensión militar en la región. Según el senador Lindsey Graham, Trump consideraba solicitar autorización al Congreso para intervenir militarmente no solo en Venezuela, sino también en Colombia.
La Casa Blanca habría autorizado a la CIA para ejecutar operativos clandestinos de desestabilización en Caracas, incluyendo posibles atentados.
Además, se informó del traslado del portaaviones USS Gerald Ford y el destructor USS Gravely a aguas cercanas a Venezuela, así como del anuncio del envío de bombarderos B-1 a la zona.
Trump justificó estas acciones como parte de una “guerra contra los carteles”, declarando que su país atacaría por tierra a las estructuras criminales y continuaría bombardeando presuntas “narcolanchas” en el Caribe y el Pacífico, arrogándose funciones de policía internacional. El mandatario estadounidense afirmó tener “permiso para hacerlo”, aunque se criticó que ni él ni el Congreso de su país tienen facultades bajo el derecho internacional para intervenir en naciones soberanas. Desde Venezuela, el presidente Nicolás Maduro denunció el desmantelamiento de una “operación de falsa bandera” que habría sido protagonizada por mercenarios de la CIA en su territorio. El gobierno venezolano sostuvo que la lucha contra el narcotráfico es un pretexto de Estados Unidos para derrocarlo y apropiarse de las riquezas naturales del país, principalmente el petróleo, como lo resumió un analista al afirmar que la flota de guerra estadounidense en el Caribe “huele a petróleo”.













