Del temblor cotidiano a la memoria volcánica: La labor del Servicio Geológico en la gestión del riesgo en Colombia



En la madrugada del miércoles 12 de noviembre de 2025, un sismo de magnitud 3,1 sacudió el municipio de Barbacoas, en el departamento de Nariño. Según el informe del Servicio Geológico Colombiano (SGC), el movimiento telúrico ocurrió a las 2:47 a. m. y tuvo una profundidad superficial, menor a 30 kilómetros, lo que facilitó su percepción por parte de los habitantes de la zona. A pesar de ello, las autoridades locales confirmaron que el evento no dejó daños materiales ni personas heridas. Este sismo es un recordatorio de la alta actividad sísmica de la región, ubicada cerca de la zona de subducción donde interactúan las placas de Nazca y Suramericana. En un contexto de memoria y prevención, el SGC también anunció la conmemoración de los 40 años de la tragedia de Armero. El 13 de noviembre de 2025 se inaugurará la exposición “Memoria con Ciencia Volcánica” en el Parque Temático Omaira Sánchez, en Armero Guayabal (Tolima). Esta iniciativa busca rendir homenaje a las cerca de 25.000 víctimas de la erupción del volcán Nevado del Ruiz en 1985 y fortalecer la cultura de gestión del riesgo en el país, explicando desde la ciencia las causas del desastre y los avances logrados desde entonces. La muestra, que estará abierta al público hasta febrero de 2026, fue curada por el Museo Geológico Nacional y especialistas del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Manizales.
Incluirá materiales geológicos, fotografías históricas y herramientas interactivas para educar a los visitantes.
La conmemoración se complementará con el estreno de un documental y la presentación de una nueva simulación de lahares del volcán. Estos dos acontecimientos, un sismo menor sin consecuencias y el recuerdo de uno de los mayores desastres naturales de Colombia, subrayan la labor fundamental del SGC. La entidad no solo monitorea la actividad geológica diaria, sino que también utiliza la memoria histórica como una herramienta de prevención, reafirmando que el conocimiento científico es clave para proteger la vida en un territorio de alta actividad volcánica y sísmica.










