La Sombra de Washington: Ausencias Notables Deslucen la Cumbre UE-Celac en Colombia



La IV Cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Unión Europea (UE), programada para los días 9 y 10 de noviembre en Santa Marta, Colombia, busca fortalecer las relaciones bilaterales en áreas como energías renovables, tecnología e innovación digital. El evento, que tiene a Colombia como anfitrión bajo la presidencia pro tempore de Gustavo Petro, se ve ensombrecido por una baja participación que amenaza su prestigio y resultados. Una serie de cancelaciones de alto perfil ha marcado la antesala de la cumbre. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el canciller alemán, Friedrich Merz; y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunciaron que no asistirán. Esta situación ha reducido significativamente la concurrencia, con solo cinco líderes europeos y tres mandatarios latinoamericanos confirmados de un total de 27 estados de la UE y 33 de la Celac. Entre los asistentes confirmados se encuentran el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez. El presidente del Consejo Europeo, António Costa, sí participará y copresidirá el evento junto al presidente Petro.
La principal razón detrás de la escasa asistencia europea parece ser el temor a contrariar al gobierno de Estados Unidos.
La administración del presidente Donald Trump ha ejercido una presión activa sobre América Latina, con un enfoque particular en los gobiernos de Colombia y Venezuela. Esta tensión se ha visto agravada por el reciente aumento de la presencia militar estadounidense en el Caribe, justificada por operaciones contra el narcotráfico, y por las acusaciones directas de Trump contra el presidente Petro, a quien calificó de “líder de drogas”. Además de las presiones externas, existen desacuerdos internos sobre la agenda de la cumbre. Mientras que los países latinoamericanos buscan incluir la situación de Venezuela en las discusiones, la UE prefiere evitar tomar una posición en el conflicto. Analistas consideran que esta baja participación refleja una debilidad estratégica de Europa en un momento en que intenta diversificar sus alianzas más allá de Estados Unidos, lo que representa un serio desafío para los objetivos de cooperación hemisférica del encuentro.












