Fotografía y Poesía: Dos Lentes para Reconstruir la Memoria Colombiana



Dos eventos culturales en diferentes regiones del país destacan el papel del arte en la preservación de la historia y la identidad. En Bogotá, la exposición “Procesos Tomados” revive la obra del fotógrafo Lucio Lara, mientras que en Pasto, el poeta Alejandro García Gómez presenta su antología “Viento, no me olvides”, uniendo la memoria social y la lírica regional. La exposición en la Biblioteca Nacional, impulsada por el colectivo Japiqay y el Centro Nacional de Memoria Histórica, entre otros, rescata el archivo de Lara, quien documentó la fundación del barrio Nuevo Chile en Bosa. Este barrio nació de una “toma” de tierras en los años sesenta por catorce familias desplazadas que, con el apoyo de organizaciones como Cenaprov, construyeron una comunidad desde cero. Las imágenes en blanco y negro de Lara no solo cuentan esta historia, sino que retratan la dignidad y la lucha por el derecho a la vivienda y a la ciudad. Un elemento central en la crónica visual de Lara es el rol protagónico de las mujeres, descritas como las “arquitectas de la resistencia”. Las fotografías las muestran en todas las facetas de la construcción del barrio: marchando, cargando ladrillos, cocinando y organizándose políticamente.
Relatos como el de Carmen Rosa Minota y Blanca Inés evidencian una tenacidad que levantó muros, fundó un colegio comunitario y enfrentó a las autoridades con audacia para defender su territorio y su gente. Paralelamente, en el sur del país, la ciudad de Pasto se prepara para recibir al poeta sandoneño Alejandro García Gómez el 13 de noviembre de 2025 en el Banco de la República. Su nueva antología, “Viento, no me olvides”, recopila poemas de obras anteriores y explora temas como la memoria regional, la identidad del sur colombiano, la naturaleza y el arraigo. Su trabajo se enmarca en el entorno rural y montañoso de Nariño, ofreciendo una perspectiva lírica sobre el paso del tiempo y las raíces culturales de su tierra.
Ambas iniciativas, aunque distintas en su formato, comparten un propósito común: disputarle terreno al olvido.
Mientras el archivo de Lara busca mantener viva la “mística” de la autogestión y la solidaridad que fundó un barrio bogotano, la poesía de García Gómez salvaguarda la sensibilidad y la memoria de una región. Juntos, demuestran cómo el arte se convierte en un archivo vital que narra la historia del país desde sus comunidades.









