La 'cumbre de la verdad': COP30 enfrenta el abismo financiero y la demanda de justicia climática



La Conferencia de las Partes (COP30), celebrada en Belém, Brasil, se desarrolla en un momento crítico calificado por algunos como la “cumbre de la verdad”, debido a las metas de temperatura incumplidas y a un panorama científico que proyecta un calentamiento superior al objetivo de 1.5°C. En este escenario, marcado por la ausencia de delegaciones estatales de grandes contaminantes como Estados Unidos, el llamado generalizado es a transformar los discursos en acciones concretas y a iniciar una década de resultados tangibles. Uno de los ejes centrales de la cumbre es la brecha en el financiamiento climático. Según informes, los países en desarrollo necesitan entre 284 y 339 mil millones de dólares anuales solo para adaptación, pero los flujos de financiamiento público internacional apenas alcanzaron los 26 mil millones en 2023. Para abordar este déficit, se han establecido nuevas metas, como el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG) y la “Hoja de Ruta de Bakú a Belém”, que proyecta movilizar 1.3 billones de dólares anuales para 2035. Sin embargo, persiste el escepticismo sobre el cumplimiento de estas promesas, mientras se exploran instrumentos como las finanzas mixtas y los bonos verdes, que hasta ahora han favorecido principalmente a proyectos de mitigación en economías desarrolladas. En este contexto, las voces de las naciones en desarrollo y las regiones vulnerables han cobrado protagonismo. Colombia, por ejemplo, ha insistido en tres puntos clave: la creación de una hoja de ruta multilateral para la eliminación de los combustibles fósiles, la unificación de las agendas de clima y biodiversidad, y el reconocimiento y la participación plena de los pueblos indígenas y afrodescendientes con acceso directo a financiación. Asimismo, la región del Pacífico colombiano, a través de la gobernadora del Chocó, ha visibilizado la importancia del Chocó Biogeográfico y la necesidad de consolidar economías sostenibles basadas en la conservación. La demanda de justicia climática también se ha manifestado en las calles de Belém. Comunidades indígenas de la Amazonía han protagonizado protestas para exigir una mayor participación en las decisiones, la protección de sus territorios amenazados por la deforestación y la minería ilegal, y acceso a financiación directa para la conservación. Sus movilizaciones subrayan la urgencia de incluir los saberes ancestrales y garantizar que las soluciones climáticas se implementen desde la base.













