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El impacto de la alimentación en la salud cerebral y cardiovascular

Estudios y recomendaciones de expertos revelan cómo una dieta balanceada no solo es fundamental para el cuerpo, sino también para la mente, mejorando la memoria y ayudando a controlar los niveles de colesterol.
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Un estudio reciente, que analizó a más de 14.000 adultos durante una década, demostró que una alimentación saludable está directamente relacionada con un menor riesgo de deterioro cognitivo y un envejecimiento mental más lento. El patrón alimenticio más beneficioso fue la dieta MIND, que se basa en el consumo de verduras de hoja verde, frutas como fresas y moras, cereales integrales, frutos secos, legumbres y pescado. La adopción de este tipo de dieta, que además reduce la ingesta de carnes rojas, fritos, comida rápida, dulces y quesos procesados, mostró efectos positivos en la memoria y las habilidades de pensamiento, sugiriendo que es una herramienta clave para la salud cerebral a largo plazo. En el ámbito de la salud cardiovascular, la alimentación también juega un papel crucial en el manejo del colesterol, una sustancia que, en niveles elevados de su tipo LDL (“malo”), puede adherirse a las arterias y causar bloqueos. Para reducir el colesterol LDL, la Clínica Mayo y la Fundación Española del Corazón recomiendan la fibra soluble, presente en manzanas, peras, plátanos, lentejas y garbanzos. Asimismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja el consumo de aceite de oliva extra virgen, mientras que la Universidad de Harvard señala que los frutos secos, como las almendras, pueden reducir el colesterol hasta en un 5 % si se consumen a diario. Además de la dieta, el ejercicio es un pilar fundamental.

La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) sugiere realizar al menos 30 minutos de actividad aeróbica, como nadar o montar en bicicleta, cinco veces por semana. En cuanto a las restricciones, Medline Plus recomienda limitar el consumo de alcohol, que añade calorías y puede reducir los niveles de colesterol bueno (HDL), y moderar la ingesta de sal a no más de 2.300 miligramos diarios. Aunque la sal no afecta directamente al colesterol, su reducción disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas al bajar la presión arterial.

Es importante notar que algunos alimentos recomendados, como las legumbres, pueden causar molestias digestivas en personas sensibles.

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