COP30 en la Amazonía: Negociaciones sobre combustibles fósiles marcan una cumbre con menos presencia corporativa



En el corazón de la Amazonía brasileña, la COP30, que se desarrolla entre el 10 y el 21 de noviembre de 2025, ha centrado sus debates en la eliminación gradual de los combustibles fósiles. La propuesta del presidente de Brasil, Lula Da Silva, de crear una hoja de ruta para abandonar el petróleo, el gas y el carbón ha recibido el apoyo de países como Dinamarca, Reino Unido y Francia. Sin embargo, enfrenta la resistencia de naciones dependientes del petróleo, como Arabia Saudita, lo que dificulta alcanzar un consenso. Paralelamente, activistas y líderes indígenas han intensificado la presión, exigiendo la firma de un Tratado de Combustibles Fósiles para acelerar la transición energética. Un aspecto destacado de la cumbre es la disminución en la participación de altos ejecutivos de grandes empresas. Analistas atribuyen esta tendencia a los elevados costos logísticos, un cambio de prioridades corporativas hacia la seguridad energética y la percepción de que la acción climática se enfoca más en la implementación que en los anuncios públicos. En contraste, la sociedad civil ha mostrado una presencia contundente, con acciones simbólicas como una flotilla de 100 barcos con 5.000 activistas, impulsando el concepto de una "transición justa" que garantice equidad y derechos. La transparencia también ha sido cuestionada, ya que más de la mitad de los delegados ocultaron sus afiliaciones. A pesar de las tensiones, la cumbre ha producido avances concretos. Brasil lanzó el "Plan de Acción en Salud de Belém" para adaptar el sector sanitario al cambio climático, respaldado por una coalición de financiadores con una inversión inicial de 300 millones de dólares. Además, 12 países, entre ellos Canadá y Alemania, firmaron una Declaración sobre la Integridad de la Información sobre del Cambio Climático para combatir la desinformación en esta materia. No obstante, temas críticos como la deforestación de la Amazonía no han tenido pronunciamientos significativos.
Tampoco se han discutido aún las metas climáticas específicas necesarias para cumplir con el Acuerdo de París. La cumbre resalta el rol de Latinoamérica, una región que, aunque solo genera el 10 % de las emisiones globales, sufre impactos desproporcionados y muestra un fuerte apoyo ciudadano a políticas climáticas más estrictas.














