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Panorama del sector energético en Colombia: entre el riesgo de crisis y la apuesta por la transición

Colombia enfrenta una encrucijada energética que combina el riesgo inminente de desabastecimiento y crisis financiera con oportunidades estratégicas para avanzar en su transición hacia fuentes más limpias y eficientes. Mientras las alertas sobre la estabilidad del sistema se intensifican, surgen nuevas alianzas e inversiones que buscan redefinir el futuro del sector.

El sistema energético colombiano atraviesa una coyuntura crítica, marcada por dos urgencias inaplazables: asegurar la oferta de energía a mediano plazo y sanear las finanzas del sector. Expertos del Centro Regional de Estudios de Energía (CREE) advierten sobre un posible déficit de gas natural para 2026, con una cobertura contractual que apenas alcanza el 70 % de la demanda proyectada. A esto se suman retrasos significativos en proyectos de generación y transmisión eléctrica, que pueden tardar más de cinco años en conectarse al sistema, cuando el tiempo ideal sería de tres. Esta situación de riesgo se agrava por una creciente fragilidad financiera.

Las deudas acumuladas con las empresas de energía, que ascienden a 5,9 billones de pesos, amenazan la sostenibilidad del sistema.

Un caso crítico es el de la distribuidora Air-e en la costa Caribe, cuya intervención estatal ha afectado el recaudo y frenado inversiones necesarias. Además, el sector enfrenta barreras estructurales que ralentizan el avance de las energías renovables, como demoras en licencias ambientales y consultas previas, limitaciones en la infraestructura de transmisión e incertidumbre regulatoria, factores que generan cautela entre los inversionistas.

En respuesta a estos desafíos, surgen iniciativas privadas para impulsar la transición.

Un ejemplo clave es el lanzamiento de Atera, una nueva compañía de Celsia y Brookfield especializada en eficiencia energética para clientes industriales en Colombia y América Latina. Con un plan de inversión superior a los 500 millones de dólares, Atera operará bajo el modelo de “Energía como Servicio” (EaaS), asumiendo la inversión inicial en tecnologías como techos solares o sistemas eficientes para que las empresas reduzcan su consumo y emisiones sin comprometer su capital. El sector financiero juega un rol fundamental como catalizador de estos cambios. Entidades como Bancolombia, con una cartera de 11,7 billones de pesos en el sector, están canalizando recursos hacia proyectos de energías renovables no convencionales a través de financiamiento estructurado y líneas de crédito verdes.

Proyectos emblemáticos como las plantas solares Puerta de Oro (Cundinamarca) y Shangri-La (Tolima) demuestran cómo la inversión privada, apoyada por la banca, fortalece la resiliencia del sistema eléctrico. El consenso es claro: para evitar una crisis, Colombia debe fortalecer la inversión, resolver la inestabilidad financiera y garantizar la ejecución oportuna de los proyectos energéticos.