La grabación se difundió rápidamente en TikTok y X, generando un rechazo generalizado.

El IMSS calificó el comportamiento como una “falta ética grave” que “no corresponde al código de conducta de los servidores públicos del instituto”. En consecuencia, la institución anunció la apertura de una investigación interna, con la intervención del Comité de Ética para determinar las responsabilidades y posibles sanciones. Las médicas podrían haber incurrido en “violaciones de derechos humanos, discriminación y agresiones psicológicas”.

La reacción del público y de profesionales del sector salud fue de unánime indignación, denunciando la falta de sensibilidad y respeto hacia la paciente. Diversos colectivos médicos han señalado que este tipo de conductas socava la confianza fundamental en la relación médico-paciente y han exigido que se tomen “medidas ejemplares para evitar que se repitan”. El video, que muestra a las internas usando filtros de payaso mientras imitan las quejas de la mujer, fue grabado y difundido sin el consentimiento de esta, agravando la falta. Este suceso pone de relieve el delicado equilibrio entre el uso de redes sociales y la responsabilidad profesional, especialmente en ámbitos donde la vulnerabilidad y la dignidad del ser humano deben ser la máxima prioridad.