Sin embargo, justo antes de que su cuerpo fuera cremado, Lal “se levantó del ataúd”, revelando que todo era un montaje.

La escena, según testigos, provocó una mezcla de conmoción, gritos y desconcierto entre los presentes. Tras la sorpresa inicial, los asistentes continuaron con los rituales de manera simbólica y organizaron un banquete comunitario.

Mohan Lal afirmó que su intención no era una burla, sino un acto de reflexión.

El hecho se viralizó rápidamente en redes sociales, reavivando el debate sobre este tipo de experimentos y recordando casos similares ocurridos en Bélgica y Brasil, donde otras personas también han fingido su muerte para evaluar las reacciones emocionales de sus allegados.

La historia ha generado opiniones divididas, entre quienes lo consideran una travesura excesiva y quienes lo ven como una lección sobre la vida y la comunidad.