La realización del Festival Popular de Brujería en Medellín ha desatado una intensa polémica, enfrentando la defensa de la diversidad cultural por parte de la caja de compensación Comfama con el rechazo de sectores religiosos y conservadores. El evento, programado para el 17 y 18 de octubre en el Claustro Comfama, conmemora los 50 años del Primer Congreso Mundial de Brujería celebrado en Bogotá en 1975 y busca abrir un diálogo sobre “espiritualidades no hegemónicas”. La controversia escaló rápidamente en redes sociales, donde críticos como el concejal Brisvani Arenas rechazaron el festival, afirmando que promueve “prácticas contrarias a los valores y tradiciones de nuestro pueblo antioqueño”. Este descontento se materializó en un plantón convocado por la comunidad católica en el atrio de la iglesia de San Ignacio, contigua al lugar del evento. Los manifestantes realizaron oraciones, un rosario y actos de exorcismo con agua bendita en “reparación por los actos de brujería” y en protesta contra lo que denominaron un “evento satánico”.
En respuesta, Comfama defendió su programación, aclarando que el festival no busca promover “magia negra ni prácticas esotéricas peligrosas”, sino fomentar la conversación sobre diversidad espiritual y saberes ancestrales.
Paola Mejía, directora de Cultura de la entidad, explicó que el uso de la palabra “brujería” es un “gancho para hablar de lo diferente” y desmitificar conceptos. La caja de compensación emitió un comunicado en el que afirmaba: “Escuchamos el desacuerdo, respetamos e invitamos a comprender que en el país en paz que queremos construir caben todas las formas de ver el mundo y celebrar la vida”. La agenda del festival incluye análisis sobre el congreso de 1975, charlas sobre el estigma histórico de la mujer “bruja”, debates sobre tarot, medicina ancestral y danzas tradicionales, manteniendo su programación sin cambios a pesar de la presión.
En resumenEl Festival de Brujería de Comfama en Medellín ha puesto de manifiesto la tensión entre la promoción de la diversidad cultural y las sensibilidades de sectores conservadores. A pesar de las protestas y la polémica en redes, la entidad mantuvo su postura de abrir un diálogo sobre espiritualidades no hegemónicas, convirtiendo el evento en un símbolo del debate sobre la inclusión y los límites de la programación cultural en el espacio público.