En respuesta, Comfama defendió su programación, aclarando que el festival no busca promover “magia negra ni prácticas esotéricas peligrosas”, sino fomentar la conversación sobre diversidad espiritual y saberes ancestrales.

Paola Mejía, directora de Cultura de la entidad, explicó que el uso de la palabra “brujería” es un “gancho para hablar de lo diferente” y desmitificar conceptos. La caja de compensación emitió un comunicado en el que afirmaba: “Escuchamos el desacuerdo, respetamos e invitamos a comprender que en el país en paz que queremos construir caben todas las formas de ver el mundo y celebrar la vida”. La agenda del festival incluye análisis sobre el congreso de 1975, charlas sobre el estigma histórico de la mujer “bruja”, debates sobre tarot, medicina ancestral y danzas tradicionales, manteniendo su programación sin cambios a pesar de la presión.