Desde escándalos políticos y crisis económicas hasta desastres naturales como un temblor, todo se convierte en material para la comedia digital en plataformas como Twitter, TikTok e Instagram.
Este reflejo cultural permite “domesticar” el dolor y convertir el miedo en un sentimiento de pertenencia, ya que reírse juntos crea comunidad. El fenómeno no es nuevo y tiene sus raíces en programas de humor tradicionales como ‘Sábados Felices’, que ya utilizaban el sarcasmo para retratar la violencia y la corrupción del país.
Sin embargo, esta costumbre presenta una doble cara.
La misma risa que une y alivia también puede adormecer a la sociedad, llevando a la normalización de los problemas y a la falta de indignación. Al convertir todo en una broma, se corre el riesgo de que el humor actúe como una “anestesia” que protege del dolor, pero que al mismo tiempo evita el duelo o la acción ciudadana.
A pesar de ello, esta catarsis colectiva es valiosa, pues recuerda a los colombianos que siguen vivos y resistiendo, incluso cuando la realidad parece abrumadora.
En Colombia, la risa se ha consolidado como una de las formas más antiguas y efectivas de resistencia.







