El episodio comenzó cuando Luisa Lafaurie Cabal, conocida por su marca de postres, publicó una vacante para 'community manager' que exigía un perfil polivalente con una extensa lista de funciones: crear contenido, editar videos, redactar textos comerciales, narrar historias ('storytelling') y manejar múltiples herramientas digitales. La oferta, que según las críticas no definía un salario claro ni una jornada laboral definida, fue percibida por miles de usuarios como un intento de explotación. La reacción inicial de la empresaria fue defensiva; en un video, justificó la multifuncionalidad como una característica inherente al emprendimiento, afirmando que "si me toca lavar platos, lavo platos", y sugirió despectivamente que quien se quejara de tales tareas podría "ser cajero en Oxxo".
Esta respuesta avivó aún más las críticas.
Días después, ante la presión mediática, Lafaurie publicó un nuevo video en el que pedía perdón, reconociendo que "la embarré".
Admitió no haber tenido claridad sobre el perfil que buscaba y calificó su tono anterior como "soberbia y grosera".
El caso se convirtió en un punto de reflexión sobre la cultura del "dar la milla extra" y la "pasión" en el trabajo, conceptos que, según un análisis, a menudo se utilizan para difuminar las fronteras entre la flexibilidad y el abuso, erosionando la dignidad laboral y los derechos consagrados en el Código Sustantivo del Trabajo.